Compensaciones para la agricultura por contribuir a la mitigación del cambio climático

El día 1 del pasado mes de abril se presentó al Congreso de los Diputados una proposición no de Ley sobre sumideros naturales en la lucha contra el cambio climático (véase Boletín Oficial de las Cortes Generales de 18 de abril de 201,página14).
http://www.congreso.es/public_oficiales/L9/CONG/BOCG/D/D_558.PDF

En su exposición de motivos esta proposición no de ley considera fundamental el reconocimiento del papel que juegan muchas especies agrícolas como sumideros de CO2 y la aportación que pueden jugar, en la lucha contra el cambio climático: “si se mejoran algunas prácticas culturales en la gestión agrícola. Muchas extensiones agrícolas de nuestro país constituyen verdaderos bosques agrícolas de fijación de carbono, como es el caso de los monocultivos de olivar, del plátano, de vid, de cítricos... que se dan en amplias áreas agrícolas del territorio español. Ligar buenas prácticas ambientales a la producción agrícola mejoraría los rendimientos de las explotaciones, ya que al beneficio productivo se le pueden sumar ayudas por el secuestro efectivo del carbono a largo plazo.

Esta línea se enmarca en las conclusiones del Informe al Consejo Europeo de Reflexión sobre el futuro de la UE. En este sentido, se recomienda la reorientación de los recursos de la PAC hacia una agricultura y una ganadería más ecológicas y de captación de CO2 en los suelos mediante modificaciones de las prácticas agrícolas, que incrementarían el secuestro del carbono”.

La proposición no de ley concluye proponiendo que el Congreso de los Diputados inste al Gobierno a: “Establecer un sistema de información sobre las variaciones de los stocks de carbono de todas aquellas extensiones agrícolas existentes en nuestro país, por su papel fundamental de absorción de CO2, en especial las dedicadas a cultivos leñosos, con el objeto de facilitar el posible establecimiento de un sistema para la obtención de ayudas agroambientales orientadas al secuestro de carbono”.

Esta proposición no de ley recoge la opinión científica mayoritaria de que la mayor parte de los cultivos agrícolas, y especialmente los frutales deben considerarse auténticos sumideros temporales de CO2.

El almacenamiento neto o capacidad de sumidero varía de unos cultivos a otros dependiendo de su tasa de fijación de CO2 y del nivel de emisiones realizado, que, a su vez, depende de las prácticas agrícolas utilizadas.

En este sentido, podemos encontrar una referencia reciente en el trabajo de Eduardo Primo, investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), que cita el Diario Levante de Valencia del 5 de mayo. El trabajo llega a la conclusión de que “una hectárea de cítricos en plena producción capta entre 20 y 25 toneladas anuales de CO2”. En el trabajo se afirma que una vez descontado el carbono contenido en la cosecha y el que requieren las labores del cultivo, el balance final es positivo y alcanza valores situados entre 5,5 y 9 toneladas de CO2 "netas" capturadas al año por cada hectárea de cítricos en plena producción.
Una síntesis del informe puede descargarse en la Web www.agriculturasostenible.org en concreto en la siguiente dirección:
http://www.agriculturasostenible.org/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=2190&te=&idage=&vap=0&codrel=9816

Este trabajo del IVIA engrosa la larga lista de referencias de científicos, organizaciones e instituciones diversas que han realizado estimaciones cuantitativas de la capacidad de sumidero de CO2 de los cultivos.

Así, en la reunión de científicos, técnicos y expertos convocados por la Asociación España-FAO (AEFAO) en Madrid el 6 de mayo de 2009, para ayudar a contestar la cuestión ¿puede incluir la futura PAC ayudas a la agricultura por su función de sumidero de CO2?’, presidida y moderada por Jaime Lamo de Espinosa, catedrático UPM, se obtuvieron algunas conclusiones en este sentido: “deducido el CO2 desprendido en su realización (labores y operaciones culturales, fabricación de abonos y fitosanitarios, producción de semillas, etc.), los cultivos agrícolas deben considerarse auténticos sumideros de CO2. El resultado neto de su efecto sumidero puede variar entre 2 y 4 t/ha en los cereales de invierno en secano y de 5 a 10 t/ha en los cultivos de regadío”.

La universidad de Córdoba ha desarrollado desde hace años una intensa labor investigadora, determinando que el suelo del secano andaluz con cultivos como trigo, girasol, habas y garbanzos viene secuestrando entre 3 y 4 toneladas de CO2 al año por hectárea (vida rural nº 15 de 2008 y 302 de 2010). También son de gran interés los trabajos realizados por Rodolfo Canet Castelló del Centro para el Desarrollo de la Agricultura Sostenible del IVIA.
Pero quizás los trabajos más amplios han sido los iniciados en 2009 por la Comunidad Autónoma de Murcia.

Esta Administración puso en marcha la iniciativa Agricultura Murciana como sumidero de CO2, un acuerdo voluntario que a partir de la determinación de los balances de carbono de las explotaciones agrarias solicita compromisos voluntarios para la reducción de las emisiones y el incremento del secuestro o remoción de CO2 (www.lessco2.es). A lo largo de 2009 las Universidades de Murcia y Cartagena, el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario, realizaron los trabajos de base para determinar la fijación de CO2 por los cultivos. Los resultados por ejemplo para el naranjo son muy parecidos a los determinados recientemente por el IVIA de Valencia. La universidad de Cartagena estimó el flujo neto de CO2 aplicando la técnica de la covarianza de remolinos en 20 toneladas hectárea y año y el CEBAS utilizando métodos destructivos (arranque de árboles) lo estimaron en 20,5 .

El mes de febrero de 2010, en la feria hortofrutícola de más proyección internacional, Fruit Logistica 2010, que se celebra en Berlín, la Región de Murcia presentó la puesta en funcionamiento de este acuerdo voluntario para impulsar la responsabilidad social corporativa de las empresas agrícolas con el cambio climático.

Los primeros resultados certificados por un verificador acreditado de los balances de CO2 equivalente, es decir la captura o remoción de CO2 de la vegetación menos las emisiones de CO2 equivalente necesarias para su cultivo se pueden ver en la web www.lessco2.es.

En la iniciativa puesta en marcha en Región de Murcia para determinar el balance de emisiones y remociones de CO2 (balance de carbono) de una explotación dedicada al cultivo agrícola, parten de la fijación de CO2 (remoción) determinada por las investigaciones llevadas a cabo por las dos Universidades públicas de la Región, por el CEBAS CSIC y por el IMIDA, a la que le restan las emisiones de CO2 equivalente necesarias para su producción.

La metodología aplicada para el cálculo de las emisiones de CO2 equivalente en estas explotaciones agrícolas ha sido la propuesta por la Norma ISO 14064, que, al igual que el GHG Protocol, señala que para el cálculo del balance de carbono hay que contemplar obligatoriamente las emisiones directas de CO2 equivalente (consumo de combustible para el procesado en campo del cultivo, en las que se incluye el labrado y demás intervención de maquinaria, así como los óxidos de nitrógeno procedentes de la desnitrificación en el suelo del abonado nitrogenado aportado) y las indirectas debidas a la compra de energía eléctrica.

Los factores de conversión utilizados son los publicados por el Panel Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático (IPCC) y por el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, en el Inventario Nacional de Emisiones.

A modo de ejemplo, teniendo en cuanta los datos de CO2 contenidos en el incremento anual de raíces, tronco y ramas principales (no poda) de cultivos de melocotoneros publicados por la Región de Murcia, investigaciones realizadas por el IMIDA) cifradas en 12,3 Toneladas CO2 por hectárea y año (sin incluir las 7 toneladas de CO2 contenidas en la cosecha ni las 6 contenidas en la poda anual) y restando las emisiones necesarias para su cultivo (2,4 toneladas CO2 equivalente por hectárea y año ) estimados, igualmente, a partir de los datos publicados se obtiene un balance de carbono de 9,9 toneladas CO2 por hectárea y año. Es decir, este sistema agrícola mantiene un depósito de carbono que se ha ido incrementando cada año como media en 9,9 toneladas CO2.

La agricultura tiene aun unas enormes posibilidades de mejorar su balance reduciendo sus emisiones. Pensemos que en las 2,4 toneladas de emisión de CO2 equivalente por hectárea y año del ejemplo anterior la desnitrificación del abonado nitrogenado que da lugar a emisiones de óxido nitroso N2O (298 veces mas potente que el CO2) es un 55%, las emisiones por combustible para la utilización de maquinaria supone un 36% y el consumo de energía eléctrica, aunque varía de una explotación a otra, es como media un 9%.

No menos destacable serían las posibilidades de mejora de balances mediante el incremento de su capacidad de sumidero. Pensemos por ejemplo que una parte de las 6 Toneladas de CO2 por hectárea y año que no hemos tenido en cuenta y que corresponden a la poda anual del cultivo de melocotoneros se incorporara al suelo incrementando su contenido en carbono.

En este sentido, segun Brady y Weil, (Elements of the Nature and Properties of Soils, 2/E. Ed. Pearson Prentice Hall, N.J. 2004), un año después de agregar los residuos vegetales a la tierra, de una quinta a una tercera parte del carbono contenido en estos permanece en el suelo, ya sea como biomasa viva o como el humus del suelo.

Rodolfo Canet Castelló del Centro para el Desarrollo de la Agricultura Sostenible del IVIA en su trabajo “Mitigación y adaptación al cambio climático en la agricultura y la ganadería” señala que de 3513 kilos por hectárea de restos verdes procedentes de la poda del naranjo, 878 se incorporan como materia orgánica del suelo, ahorrando además un 17-18% de las necesidades de nitrógeno de los cultivos.

En el trabajo de Eduardo Primo investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias se habla de que hasta un 40% del carbono procedente de los restos orgánicos que se incorporan al suelo permanece en el mismo después de un año.

En cualquier caso, cada explotación agrícola que consiga incrementar un 1% de materia orgánica en los primeros 25 centímetros de una hectárea de suelo habrá secuestrado 80 toneladas más de CO2.

Durante 10 años una hectárea de melocotoneros habrá almacenado en la raíz, tronco y ramas principales de los árboles unas 123,5 Toneladas de CO2, si se perdiera este cultivo se liberarían de golpe a la atmósfera. Si no se aprovecha esta biomasa y se inicia un nuevo cultivo empezaría de nuevo el ciclo para llegar a acumular gracias al crecimiento de los árboles, una vez alcanzados los diez años, un total de 123,5 Toneladas de CO2.

El servicio ambiental prestado durante una década por esa hectárea de melocotoneros que mantiene un depósito de carbono en la vegetación de 123,5 toneladas de CO2 es muy importante, pero más aun lo es cuando mediante diferentes prácticas podemos conseguir que el carbono quede inmovilizado a más largo plazo en forma de materia orgánica en el suelo.

Todos estos sencillos ejemplos muestran algunas de las posibilidades que puede tener la agricultura si se le compensa por los servicios prestados en mitigación del cambio climático.

El CO2 es un gas que tiene un mercado. A modo de referencia se puede citar que como media de los últimos treinta días la tonelada de CO2 está a 16,3 euros en la bolsa española de CO2 (www.sendeco2.com).

En este mercado no pueden comercializarse las toneladas de CO2 reducidas por la agricultura, pero existen los llamados mercados voluntarios y otras posibilidades para el futuro, como por ejemplo la Ley 13/2010, de 5 de julio, por la que se modifica la Ley 1/2005, de 9 de marzo, por la que se regula el régimen del comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero (BOE nº 163 de 6-7-2010), en su Disposición adicional quinta denominada «Proyectos domésticos» destinada a la Reducción de gases de efecto invernadero procedentes de actividades no sujetas al régimen de comercio de derechos de emisión, señala:
“1. Se articulará un mecanismo para la expedición de derechos de emisión o créditos en relación con proyectos ubicados en el territorio nacional para reducir emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de actividades que no están sujetas al régimen de comercio de derechos de emisión. Reglamentariamente, y previa consulta de la Comisión de Coordinación de Políticas sobre el Cambio Climático, se establecerán los términos concretos de este mecanismo, que se ajustará a la normativa comunitaria sobre esta materia, y que se aplicará sin perjuicio de otras medidas estratégicas para reducir emisiones procedentes de dichas actividades contempladas en la normativa vigente.
2. En ningún caso se permitirá la expedición de derechos de emisión o créditos que supongan un doble cómputo de reducciones de emisiones.
3. Igualmente, podrán articularse otros sistemas de comercio de emisiones al margen del régimen comunitario, con el fin de favorecer una reducción de gases de efecto invernadero en las actividades no sujetas al mismo”.

Otras posibilidades interesantes para la agricultura en este sentido pueden ser las avanzadas por la Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible (BOE nº 55 de 5-3-2011) que en su artículo 90 destinado a la compensación de emisiones señala:

“1. Las empresas y personas físicas que así lo deseen podrán compensar sus emisiones de CO2 a través de inversiones en incremento y mantenimiento de masas forestales, programas agrarios de reducción del CO2 y otros programas que se establezcan por la Administración General del Estado, en colaboración con las Comunidades Autónoma”..
Igualmente, en su artículo 89 dedicado a impulsar la capacidad de absorción de los sumideros españoles podemos encontrar otra referencia la agricultura:
“3. Asimismo, las Administraciones públicas, promoverán medidas específicas para reducir las emisiones procedentes de los sistemas agrícolas a través de, entre otros, el fomento de prácticas agrícolas, ecológicas y sostenibles”.

Pero sin duda la opción más importante es que la Politica Agraria Comun (PAC) incluyera una compensación por la prestación de este tipo de servicios ambientales.

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